El tema de la violencia contra las mujeres y las niñas es universal. La Iglesia católica, con su estructura patriarcal y jerárquica, no es una excepción.

A pesar de las repetidas peticiones y numerosos informes de mujeres afectadas durante el Sínodo, en el informe final no se mencionó la violencia generalizada contra ellas.

 

Este fracaso deliberado del Sínodo tiene su origen en una cultura de sexismo, machismo y narcisismo muy extendido entre sacerdotes, obispos y feligreses varones. Para quienes, privilegiar sus propios intereses y poder es primordial.

 

Por lo tanto, el CWC cree que es importante llamar la atención sobre la violencia contra las mujeres en la iglesia y mostrar cómo ésta se perpetúa en la sociedad a través de estereotipos de género y de una antropología binaria.

 

En particular, el clero católico desempeña un papel desproporcionado en la política y la formulación de políticas, lo que con demasiada frecuencia se traduce en el abandono o el bloqueo de las protecciones legales para las mujeres, incluido el derecho a su autodeterminación sexual, su libertad reproductiva y su autonomía. Se refuerza el dominio y el control de los hombres sobre las mujeres y sus cuerpos.

 

Esta es la razón por la que el CWC y numerosas organizaciones miembros participan una vez más este año en la campaña mundial de la ONU 16 Días contra la Violencia hacia las Mujeres y las Niñas.