Dignidad e igualdad
Vida Sacramental
Las personas encuentran la generosa presencia y la gracia de Dios mucho más allá de las expresiones clericales, jerárquicas y "masculinas", que carecen de presencia y espiritualidad femeninas.
Las mujeres, por tanto, recomiendan:
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Abrazar los carismas, las contribuciones y las vocaciones de las mujeres y tomar medidas concretas para facilitar su plena participación en la vida de la Iglesia, incluido un mayor acceso a la educación, capacitación y formación teológica. Celebrar una comprensión abierta y expansiva de la sacramentalidad tal como se experimenta de muchas maneras todos los días. La vida sacramental es ser consciente, y debe responder y vivir la presencia de Dios en el mundo.
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Profundizar nuestras metáforas y lenguaje sobre lo divino y su misterio para que ninguna persona, sin importar su género o identidad sexual, quede excluida. Debemos incluir la sabiduría, la espiritualidad y las nociones de sacramentalidad de los Pueblos Primitivos, de las Primeras Naciones y de aquellas comunidades históricamente oprimidas.
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Transformar el sacerdocio que promueve exclusivamente a los hombres como "otro Cristo" y erradicar el clericalismo a través de una renovada teología del sacerdocio. Esto debe incluir el cambio y la abolición de cualquier formación de seminario que promueva el pensamiento clerical y que aísle a los sacerdotes de las comunidades. Hacer que el celibato sea opcional.
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Abrir espacios para que Dios ‘hable’ y se revele a través de encuentros y acompañamientos sinceros, particularmente para aquellas mujeres que experimentan “silenciamiento” o “invisibilidad” en su Iglesia, aquellas que se sienten llamadas al ministerio ordenado y a las miembros de la comunidad LGBTQ+.
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Abrir todos los ministerios ordenados a las mujeres.
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